Aurora López Trujillo

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Aurora López Trujillo








“LA AURORA ENTRE LA NOCHE Y EL DIA
Una encadenada serie de circunstancias adversas, estaban impidiendo a nuestra querida Aurora salir de la “noche oscura del alma”. Pero una vez más, la Pintura ha obrado el milagro y aquí esta nuestra particular Aurora, “la Trujillo”, saliendo de la noche para traernos el día en el que viene a mostrarnos el fruto de un trabajo que redime a quien lo practica.



Ella siempre ha estado ligada al Arte, en varias de sus formas de expresión, Y el Arte de la Pintura, que practica desde hace muchos años, nuevamente le está sirviendo de asidero para salir a flote. Una muestra de ello, es esta exposición individual, a la que trae cuadros de diversa épocas de su evolución pictórica, que como a todos nosotros nos pasa, ha tenido altibajos en la práctica. Pero aquí esta, para mostrarnos a sus colegas, los frutos de años de callado y solitario trabajo de estudio.


Y es que para Aurora, también como a todos nos pasa, su mayor interés al exponer, estriba en el puro placer de someter su obra, al comentario más o menos laudatorio del compañero, que entiende y te entiende, porque tiene tus mismas inquietudes. Luego habrá otras razones que a mi entender y sentir, quedan en un segundo término, como son: la presencia del amigo o familiar que viene a la inauguración y te da sus parabienes; la mirada del espectador ocasional que se da una rápida vuelta por la sala, o de aquel que adivinas que le gusta lo expuesto porque se recrea ante cada cuadro y, lo excepcional y milagroso: el visitante desconocido que le gusta un cuadro y te lo compra sin regateo alguno.


Todos esos constituyen los pequeños placeres que te proporcionan el hecho de exponer, pero ya digo, ninguno como el de los comentarios de los colegas.Por eso yo quiero decirte, Aurora, que en tu pintura late la fuerza intrínseca de tu carácter optimista y vital, aunque ahora lo tengas un tanto apagado; que me gustan los temas que eliges para tus cuadros, porque te sirven como vehículo para jugar con la materia, que a veces empleas con tanta densidad como cuando en tu juventud, no tan lejana, trabajabas con el barro de ceramista; que me asombra que puedas pasar con tanta facilidad, de la pincelada larga y cargada de materia, a otra liviana y sutil con la que logras atmosferas propias de la pintura velazqueña; que me gusta que escondas el dibujo bajo la mancha; que me gusta el ver que ya vas teniendo un estilo propio que identifica tu obra sin necesidad de firma; que me gusta que utilices el color para reflejar tu estado de ánimo, y tu paleta se torne luminosa y cargada de los alegres amarillos, rojos y verdes de los impresionistas Monet, Sisley o Pisarro, o bien se apague sumida en la tristeza de la gama de los marrones, azules y violetas tristes, con los que desgarras las nudosas y retorcidas ramas del árbol de tu vida. Y es que, también el color, como el paisaje, “es un estado del alma”.

Querida Aurora, tráenos el día y amanece de nuevo con aquella sonrisa que antes no se apagaba en tus labios. Olvídate de tus problemas reales y más aun de los imaginarios. Tala el árbol vangoniano de la tristeza y planta un nuevo retoño que de flores “por primavera”. Apaga, si te es posible, el volcán que con demasiada frecuencia humea por tu boca. Escucha la música que de tus antepasados llevas en los genes y con su sonido de fondo, profundiza en la Pintura para la que estas especialmente dotada, como podemos comprobar con esta exposición, todos los que hoy te acompañamos, porque como colegas hemos querido estar contigo en esta inauguración y porque como amigos, simple y llanamente: ¡te queremos!”.


Terminada su alocución Carlos le pidió a Victoria Marrero “Vicky”, periodista, hija política de Aurora y Comisaria de la Exposición, que dijera algunas palabras. Lo hizo de forma exquisita y autorizada, como conocedora a fondo, desde hace unos once años, de la pintura de Aurora.

Para finalizar el acto, hablo la protagonista, quien visiblemente emocionada, agradeció la masiva presencia de amigos, colegas y familiares, y especialmente a todos los que había colaborado con ella para hacer posible esta exposición.
A continuación se sirvió a los asistentes el clásico “guateque “merienda-cena, que en nada tuvo que envidiar al de las famosas bodas de Camacho y es que, nuevamente, era una manchega quien lo ofrecía.
Carlos Bermejo


1 comentarios:

Anónimo dijo...

magnífica pintora, maravillosa mujer.